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MORTADELO Y FILEMÓN: Más información

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Mortadelo y Filemón, agencia de información (primer título de esta serie) nació en las páginas de PULGARCITO, el veinte de enero de 1958, presentando dos bienintencionados sabuesos que, asimilando el saber y la prepotencia de Sherlock Holmes y el Dr. Watson, estaban dispuestos a resolver cualquier caso que se les pusiera por delante.

La aventura "El Sulfato Atómico" fue la primera realización dóde Ibáñez elevó la calidad de sus páginas a un nivel de publicaciones europeas de primera línea. A finales de los años 70 se suspendió GRAN PULGARCITO, creando una nueva revista con el nombre del personaje de los disfraces: MORTADELO. De ahí partió la cadena de publicaciones basadas en el mismo nombre, como SUPER MORTADELO, EXTRA DE MORTADELO, MORTADELO ESPECIAL, MORTADELO GIGANTE y la recopilación de sus aventuras en las colecciones OLE, SUPER HUMOR y MAGOS DEL HUMOR.

Acaban de cumplir 41 años de vida, y la conmemoración sirve para destacar su constante presencia, primero como detectives y después como agentes privados. A lo largo de todo este tiempo, Mortadelo y Filemón han vendido 150 millones de álbumes, y sus aventuras han sido traducidas a más de 10 idiomas. Desde que nacieron, en el número 1394 de la revista "Pulgarcito", el 20 de enero de 1958, en cuyas páginas Carpanta devoraba el espejismo de un pollo asado y también figuraban Doña Urraca, Zipi y Zape, Rigoberto Picaporte, solterón de mucho porte, las Hermanas Gilda, Petra, criada para todo, El Capitán Trueno, Pascual, criado leal, el Doctor Cataplasma, Troglodito y Doña Leo Portapartes, señora con malas artes.

Estos dos personajes, inspirados en las películas de espías y agentes secretos, han cambiado poco, aunque eso sí, han pasado a ser, desde una Agencia de Información, a unos detectives modernos que han sacado partido de los acontecimientos actuales.

Mortadelo y Filemón también se llaman Clever & Smart (en Alemania, donde se han vendido más de 50 millones de álbumes), Flip & Flop (en danés), Paling en Ko (holandés), Mortadelo e Salaminho (portugués), Flink och Fummel (sueco), Futt et Fil (francés), Fortune & Fortuni (italiano), Antipie kai Symphonie (griego) y Älli ja Tälli (finlandés).

Lo ha conseguido Francisco Ibáñez, un magistral creador del cómic español, que se identifica por un tipo de dibujo gestual y expresivo que enfatiza los movimientos de las manos, y que es también el padre de otros personajes menores como por ejemplo Rompetechos, Pepe Gotera, Otilio, ... o Sacarino.

Ibáñez, que vive un momento de tal reconocimiento que llega a veces a impedirle trabajar, tiene ahora la única pretensión de seguir dibujando y de que Mortadelo y Filemón le sobrevivan.

En 1958, hacía un año que Francisco Ibáñez había dejado de trabajar en el Banco Español de Crédito para dedicarse totalmente a dibujar, después de haber estudiado contabilidad, banca y peritaje mercantil, y después de haber cobrado 146 pesetas al mes cuando trabajaba de botones. Hacía un año que Ibáñez trabajaba en exclusiva para la editorial Bruguera, la principal fábrica de tebeos de la época. Empezó dibujando chistes y páginas deportivas y, luego, una vez demostrado su talento, ascendió: le fue concedida una página y el divino poder de llenarla con los personajes que quisiese y que crease.

Corrían los tiempos de la censura y no se podía crear cualquier cosa. "Había que dibujar con un ojo puesto en la página y otro en la oficina de la censura. La política era tabú: ni soñando remotamente podías introducir un asunto político. Ni tampoco algo erótico. Era poco recomendable dibujar señoras, porque los censores quitaban una curva de aquí y otra de allí y las mujeres acababan saliendo como cerillas. Y la violencia también la censuraban: aunque se permitía que en las historias de Hazañas Bélicas se masacrase a 50.000 japoneses, se metían con la típica última viñeta en la que un personaje le pega a otro un martillazo. Decían que eso hería los tiernos corazoncitos de los niños", recuerda Ibáñez. O F. Ibáñez, como firma desde siempre.

En esas condiciones, Francisco Ibáñez creó unos Mortadelo y Filemón bastante similares a los actuales. Aunque éste no se despegaba de una pipa, aquél de un paraguas, y ambos llevaban sombrero. Pero desde el principio Mortadelo ya se disfrazaba (en las 16 viñetas de la primera página se viste de perro, sereno, mozo de cuerda y pingüino) y Filemón ejercía de jefe y acababa pagando los platos rotos.

Ibáñez, un admirador de Chaplin, de Harold Lloyd y de Abbot y Costello, había alumbrado unos Sherlock Holmes y Watson a la española: "Chapuceros hasta la médula. Humanos, no los clásicos héroes". Pero la principal diferencia con sus antepasados estaba en las accciones que podían despempeñar: "La historieta era un chiste inflado que se desarrollaba al final. Los de la censura querían que nadie pensara, que la gente pasara el rato. Los tebeos de entonces eran como el pan y el circo de los romanos".

Pasaron los años. Mortadelo y Filemón perdieron los sombreros, la pipa y el paraguas, y ganaron papel. En 1964 ocuparon la página doble central de Pulgarcito. Eran ya muy populares. Pero desde 1969 lo fueron aún más: en la recién creada revista Gran Pulgarcito comenzaron las historias por entregas. En cada número aparecían cuatro páginas de una aventura que terminaba al cabo de 11 números y que, luego, se publicaba en un álbum de tapa dura.

El primero, que inauguó la colección Ases de humor, fue El Sulfato Atómico. En él, adem&aoacute;s, Mortadelo y Filemón dejaban de estar solos. Ingresaban en la TIA (Técnicos de Investigación Aereoterráquea), donde no sólo se las tenían que ver con los villanos de turno, sino también con el Súper (el superintendente Vicente) y con los desastrosos inventos del profesor Bacterio.


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