Presentar Hazañas Bélicas es presentar a Boixcar. Pocas veces la fama de un autor de comics ha estado tan vinculada a una colección.
El impacto de sus extraordinarias portadas, la habilidad incuestionable que demostró como ilustrado de escenas de guerra, y muy especialmente como dibujante de maquinaria bélica,
la belleza de sus personajes femeninos y su enorme capacidad para contar historias en pocas páginas, han dejado una profunda huella en la memoria popular que perdura todavía casi treinta
años después de su muerte.
Guillermo Sánchez Boix nació en Barcelona en 1917. Hombre inquieto, que ya a los 12 años se había fugado de casa en busca de aventuras, trabajó como retocador de fotos,
actividad de la que, sin duda, sacó provecho posteriormente, escritor de poesías y hasta de una obra teatral.
Su paso a la historieta no tuvo lugar hasta 1943, tras su regreso de Francia, donde había logrado escapar de un campo de concentración.
Es en 1948 cuando Boixcar, que firmaba así por su segundo apellido y por las tres primeras letras del nombre de su esposa, crea Hazañas Bélicas, inspiradas en los Episodios de Guerra de
Jesús Blasco, una efímera colección de tres números, basada en grandes hechos históricos de la II Guerra Mundial. La idea de Boixcar partió del mismo escenario pero
sin sujetarse a la descripción histórica y añadiendo un elemento clave: sus historietas están protagonizadas por soldados desconocidos, por héroes anónimos, cuyas existencias
se han visto radicalmente alteradas por la guerra.
De esta alteración atribuida al destino, cuando no a la fatalidad, surgirá una y otra vez la trama humana que en cada episodio se desarrolla como un guión paralelo al de la simple historia
bélica.
1948 es el año del golpe comunista en Checoslovaquia, del bloqueo ruso de Berlín y de la llegada a España de la primera misión militar norteamericana. La prensa española
está sujeta a unas rígidas normas de censura y no es extraño que los textos de Hazañas Bélicas estén plagados de constantes referencias a la maldad soviética
y a la bondad cristiana.
Puede sorprender incluso el papel beligerante que se otorga a Dios, siempre dispuesto a enmendar con severos castigos los errores de la justicia humana. Hay pues que leer esta reedición teniendo en cuenta
la época en que fue creada, ya que hoy nadie describiría a los japoneses como poco menos que bestias salvajes o a todos los norteamericanos como seres bondadosos.
Por otro lado, este planteamiento es muy parecido al del cine bélico de los años 40.
Hazañas Bélicas es básicamente una serie dedicada a la II Guerra Mundial, aunque muchos de sus episodios hacen referencia a acontecimientos contemporáneos a su publicación,
especialmente a la guerra de Corea y al conflicto de Indochina, o incluso a la revuelta de Hungría y a la tensión en Oriente Medio.
Curiosamente, la serie no tuvo un éxito inmediato, ya que en una primera edición constó de tan solo 29 números.
Fue a partir de la redistribución de estos primeros cuadernos en tomos cuando se detectó la gran demanda existente, que condujo a la segunda edición de la colección en 1950 con el
histórico episodio Diez minutos en Stalingrado.
Más de un millar de números de Boixcar ocupan un lugar destacado en la historia del cómic español de aventuras, junto a otros grandes mitos como El Guerrero del Antifaz,
Roberto Alcázar y Pedrín o El Capitán Trueno.
La presencia de Hazañas Bélicas en el mercado ha sido constante a través de la colección original, de reediciones y otras colecciones que aparecieron bajo el mismo sello.
Aunque sería injusto olvidar nombres como Jordi Longarón, Boix y Alan Doyer (creador del personaje Gorila), Boixcar es el autor emblemático de la colección.
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